Nuevo restaurante en Madrid, ubicado al inicio de la Gran Vía en el edificio de lo hoy sigue siendo la Gran Peña (una especie de club inglés de caballeros). La ubicación es espléndida, se encuentra en la última planta del edificio con una terraza con vistas espléndidas sobre el centro de Madrid. Cuenta con un lounge en la planta superior, elegante y moderno donde las vistas, aún, mejoran.

En cuanto a la comida, tomamos un menú cerrado, en el que destacaron, especialmente, las carrilladas de ternera a la bourgignon y una crema ahumada de berenjenas. Regular un rissotto al limón y el postre tampoco nada destacable. Buen servicio del vino con carta algo corta de referncias, personal muy amable, profesional y agradable. Salimos, al tratarse de una oferta especial, por 60 euros dos personas, aunque a la vista de la carta, el precio medio por persona andará sobre los 35-40 euros. En definitiva, sitio muy agradable que merece una visita sólo por la terraza (obviamente en verano) aunque por la comida no aporta nada nuevo y especialmente destacable.