Sin palabras

Desde luego que se ha convertido en un lugar que pese a que hace muchos años que me lo habían recomendado, hasta la fecha nunca había probado. Había oído hablar de la calidad del marisco y de las excentricidades de Olga, la dueña.

Local con decoración bastante rustica, mesas sencillas, mantelería de papel y copas corrientes. En cuanto a la decoración, mejor no hablar, altar dedicado a Franco, fotos con políticos y empresarios con ideales algo de derechas, en fin….

Olga , una octogenaria o cercana a esa edad, atiende personalmente las mesas, lo primero que te pregunta sin conocerte de nada es si eres de derechas o de izquierdas, ya que según indica el marisco es más caro para los de izquierdas… como buen catalán, le dije que era de derechas… solo faltaría.

Como ya era muy tarde (nos sentamos en la mesa a las 4 de la tarde) ya no quedaba casi de nada, por lo que nos tuvimos que contentar con una langostita que debía pesar sobre 1,5 kilos, una de merluza y otra de rape para cuatro comensales (veníamos de tapear). La langosta no hay palabras para describirla, jugosa, en su justa cocción, un manjar para paladares exquisitos que desde luego desentona un poco con la rusticidad del entorno. En cuanto al pescado, también en su punto y un rape de muy buena calidad. Todo ello regado con dos botellas de un albariño cosechero de la casa que como todo lo que he probado del año 2009, es de muy buena calidad.

Los postres son caseros y también de muy buena calidad, solo un pero, no hay cafés, supongo que para que la gente no se quede demasiado tiempo y pueda dar más de un servicio por turno. Lo cierto es que el local está siempre lleno, por lo que entiendo que la gente conoce a Olga por la calidad de sus productos o bien que hay muchas personas que añoran el viejo régimen…..

La factura salió por unos 200€, teniendo en cuenta que éramos 4 comensales, salimos bastante bien parados.

Muy recomendable, sin duda repetiré, pero espero la próxima vez ahorrarme el restaurante al completo cantando el “cara al sol”……