A poco más de 20' en coche de donde estábamos alojados, mereció la pena el desplazamiento. Este negocio con más de cien años del nordeste de la Segarra, tocando a la provincia de Barcelona, está situado a pie de carretera.
El comedor es amplio, de estilo entre clásico y rústico. Mesas de buen tamaño y correcta separación. Mantelería de tela. Buen menaje. Servicio eficiente y profesional. Nos ofrecieron la carta, donde están marcados los platos que se incluyen en el menú de 25 € de los festivos (sin bebidas), que elegimos, así como los platos aptos para celíacos y los de la cocina catalana. La carta de postres también indica cuáles se incluyen en el menú, la media docena de vinos dulces y la selección de licores. Carta de vinos más que correcta con precios algo por encima de x1,5. Servicio consistente en apertura, prueba y primer llenado.
Almuerzo para dos:
- Ensalada verde de la casa con anchoas, huevo duro y atún - A mi esposa le gustó mucho. Ración abundante.
- Arroz cremoso con costilla de cerdo, setas de temporada y alioli de romero - Hubiese agradecido un pelín más de sal y que lo emplatasen. Por lo demás, sabroso y contundente.
De segundo:
- Dorada al horno con verduritas - No es lo que yo hubiera pedido en plena montaña, pero la oferta de pescado de este local se limita a tres platos, que ya es mucho.
- Corzo guisado con puré de castañas y su reducción - De toma pan y moja.
De postre:
- Raviolis crujientes de chocolate y naranja - Crujientes y con muchísimo sabor a chocolate amargo y a naranja, como debe ser. Por mí, se podrían haber ahorrado la media fresa, la frambuesa y el arándano.
- Strudel de manzana de Barbens con chocolate y helado de vainilla - A mi esposa le encantó. El aspecto del helado no me convenció en demasía.
Para beber, una botella de agua de 1 l. (3,15 €), una botella de Recaredo Terrers 2016 (33,45 €) y un cortado (1,89 €).
Buena opción si te pierdes por la zona.
En un lugar que me quedo muy alejado de mi zona (reconozco que nunca había estado en esa zona), nos aconsejan ya que estamos de camino ir a comer a este Hostal-Restaurante.
El lugar es agradable, el comedor bien, la atención cercana. En la carta predominan los platos típicos de la Abuela (así es como viene en la carta), con platos muy tradicionales de la comarca, algunos ya muy olvidados.
Pedimos unos pulpitos encebollados y unos caracoles al estilo de "l'avia" para compartir de primero. Buenos los dos, especialmente los caracoles.
De segundo, opté por un bacalao a la muselina de ajo (perfecto, en su punto), y mi acompañante por un guiso de pies de cerdo, careta y morro (no recuerdo el nombre) que le encantó.
De postres, unos crepes de piña rellenos de crema (excelentes) y un coulant de chocolate (muy bueno).
Nos recomendaron un vino (curiosamente el mismo que la otra crítica), un Castell del Remei Gotim Bru a 14 euros que me pareció excelente y más por ese precio.
Buen lugar, que merecería repetir aunque es una zona que me queda totalmente a desmano y alejada y posiblemente me cueste mucho volver por allí.
Celebramos las bodas de Oro de mis Padres en este Centenario Hostal.
Comimos:
Habas, canelones de setas (geniales), canelones de la padrina (mejores todavía),bacalao,caracoles, calamares rellenos de butifarra (sensacionales),butifarra de la casa. Excelentes postres tipicos.
Bebida Gotim Bru castell del Remei (tinto excelente a buen precio)
Al final de la comida el cocinero y propietario (JAUMET)obsequiò y dedicó a mis padres el libro "Historia i Fogons" que hace referencia a la comida que su madre Ramona Closa cocinó durante tantos años. Todo un detalle.