bodega emblemática de la ciudad de Jaca, fantásticamente situada frente a la entrada de la impresionante catedral románica. Hace pocos años exlcusivamente vendía vino y delicatessen, pero en la actualidad se ha convertido con éxito en un local de tapas y raciones, aunque ha perdido algo de calidad en lo que a venta de vinos se refiere.
Su oferta es casi exclusiva de embutidos, queso y tostadas, que no están mal pero tampoco entusiasman, en raciones medias a precios contenidos.
Par mí lo mejor es que puedes elegir cualquier botella del establecimiento y te la bebes pagando 5€ con el descorche. Como es lógico la temperatura dentro es elevada, por lo que hay que tener la precaución de pedir que te la enfríen en cubitera.
Copas correctas, atención suficiente y carta de vinos por botellas y por copas normalita, se la podrían currar un poco más siendo el establecimiento que es.
Tiene una zona de barra y otra exyerior, con barricas a modo de mesas, muy recomendable en verano.
En resumen,bebes mejor que comes, a pesar de que esto último no está mal.