Para no volver otra vez al Hofbrauhaus, decidimos ir a un restaurante cercano de los más conocidos de Munich, el Haxnbauer, había comido en el en otra ocasión y tenia buen recuerdo.
Lo primero que atrae de este restaurante es que desde el exterior se ven los “codillos” asándose.
Después de preguntarnos nuestra nacionalidad nos trajeron la carta en “castellano”, y al ojearla pedimos que nos la trajeran en ingles o en alemán, ya que la traducción debía de ser de esas automáticas del Google.
No debo de tener suerte con los camareros en Munich, al igual que en año pasado en el Hofbräuhaus, me tocó uno italiano, al pedir los platos, y después de preguntarle si hablaba ingles, a lo que asintió cuando por lo visto no tenía ni idea, le recalcamos que no nos sirviera las cerveza hasta que nos trajeran la comida, orden que se pasó por el forro sirviéndome la cerveza inmediatamente y a las preguntas que le hicimos sobre unos platos tres cuartos de los mismo.
La comida
½ codillo que seguramente unos días antes estaría en su punto, pero que el día que lo comí estaba ya casi para tirarlo.
Una especie de cosa que no sabemos todavía que era, pero que tenia pinta de salchicha pero en una loncha grande como de bistec.
Una cerveza
El camarero en todo momento brilló por su ausencia, hasta el punto que la niña se fue a tomar el café y el postre al Starbucks y volvió, entonces ya me levanté para buscarlo y pagar, me saca el ticket del visa y me señala el apartado bajo el total para añadir la propina, apartado en el que muy gustosamente puse un “CERO” muy grande y en el total el precio justo de la cuenta.
Como “la niña”, yo también me tomé el postre y el café en otro sitio.