Buena experiencia también en la zona de bar

Básicamente nada a cambiado en este establecimiento, ni el entorno, ni el tipo de cocina que sigue siendo fundamentalmente la tradicional de la comarca, ni su carta de vinos. En estos tiempos convulsos, mantiene el “tirón” ya que a pesar de sus dimensiones presentaba buen aforo.

Distinguimos dos cartas y dos ambientes posibles: la del restaurante más formal, en el que la carta es variada y diversa y existe la posibilidad de optar por un menú al precio de 26 euros (iva incluido) que incluye cuatro entrantes, un principal a elegir entre seis opciones y un postre. Y el bar, con un mobiliario más informal y mantelería de papel (aunque de cierta calidad) en el cual ofrecen un menú del día por 11.60 euros (iva incluido) bastante completo, a elegir entre media docena de opciones en cada uno de los apartados de entrante, principal y postre. La bebida y el café también están incluidos en el precio del menú. A su vez ofrece un amplio repertorio de tapas, aproximadamente 25 distintas, una docena de opciones en cuanto a platos combinados, una veintena de bocadillos distintos y media docena de postres de elaboración casera.

Nuestra experiencia fue para cenar en la parte del bar y optamos al uso local por un “pica-pica”. Degustamos: ensaladilla rusa, jamón (cortado a máquina) y queso, calamar a la plancha, pulpo a la gallega, bolets (setas de chopo), pericana (pimientos secos, migas de bacalao seco, ajos y aceite de oliva) y tostons (maíz tierno frito, muy típico de Cocentaina). Todo ello acompañado de pan con tomate y salsa de ajo aceite. Compartimos tres postres entre los cinco: helado de yoghourt de níspero (atractivo el nombre, pero de resultado mediocre), un aceptable pan de calatrava con salsa de caramelo y unos buenos rosegons (helado de vainilla con canela, mezclado con bizcochos de lengüeta), acompañamos los postres con dos cafés y tres carajillos de Baileys. De los cinco que compartimos la cena, tres de nosotros rematamos la sobremesa con tres sencillos gintonics de Seagram’s, otro con una copa de pedro ximenez y nada para la conductora. Para beber tras una jarra de cerveza inicial, un siempre resultón Barcolobo selección 2010. La cristalería bastante decente y el servicio del vino inexistente, es decir apertura de botella y dejada en mesa.

Todo lo comido estaba bueno, bien cocinado y la materia prima de aceptable calidad. Destacar los bolets, los tostons y especialmente la pericana.

La cuenta final ascendió a 121.65 euros para los cinco. En conjunto el precio está bien para la experiencia que tuvimos, pero al observar con más detalle la factura encuentro algunas “curiosidades”, como que los combinados de gin cuesten a 4.10 euros la unidad (excelente precio) y los carajillos los cobren a 4.35 euros cada uno. Los postres bien de precio, entre 3 y 3.50 euros.

Buena experiencia también en la zona de bar.

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