A pesar de lo poco acertado del nombre del restaurante, resultó todo un descubrimiento. Un restaurante basado fundamentalmente en una grandísima materia prima, tratada de una manera sencilla pero muy respetuosa con la calidad del producto, lo que no siempre se cumple.
Comida para dos personas:
- Surtido de Jamón ibérico y queso al romero: muy bueno especialmente el jamón.
- Salpicón de marisco: rico y especialmente suave.
- Lenguado salvaje (no recuerdo la preparación exacta), fantástico lenguado, (que diferencia de textura de la carne de este pescado cuando es verdaderamente salvaje y de esta calidad).
- Chuletón de buey fileteado, carne que parecía mantequilla, pero con gran sabor. Aquí un pero, tanto en mi opinión, como en la de mi compañero de mesa, es un error servir la carne troceada en un plato caliente, ya que esta se cuece, tuvimos que formar una torre con la carne para evitarlo.
- Torta de manzana, con helado. Soberbia, eso sí tardó un rato en prepararse.
La carta de vinos, corta, en general clásica, pero con unas cuantas referencias más modernas y en mi opinión muy bien escogidas y a buen precio. Nosotros tomamos un "habla del silencio" a 14 euros.
Estuvimos un rato hablando con el dueño y llegó el gran descubrimiento: nos aseguró que admiten DESCORCHE y A COSTE CERO. A ver si es verdad y si es verdad a ver si lo mantienen. Volveré a probar ese descorche.
El servicio en general y del vino, muy atento y bastante profesional.
En cuanto al entorno, clásico y agradable, aunque supongo que mejorará mucho cuando terminen el jardín inglés que el propietario nos comentó que estaban preparando en el patio.