Cueva emplazada a los pies de los famosos molinos de la localidad, lo turístico y singular del emplazamiento parece que repercute sobre el resultado del restaurante, sitio bien ambientado, como digo es atractivo el emplazamiento, buenas vistas, utilizan distintas estancias de la antigua cueva como restaurante.
De nuevo un alto en el camino en un viaje de trabajo, me hacen optar por el menú del día, me decanto por la sopa castellana con su picadillo, caldo presumiblemente hecho a base de "pastilla magica", acompañada de jamón de york troceado y huevo duro. Para continuar, pisto con sus bolas, es decir, albóndigas con pisto, más pesado que otros que he probado recientemente, las albóndigas no sabría decir de que eran, creo que cerdo, con trozos correosos, como de restos de cartílago, postre un poco mejor, vino de batalla. Como digo no invita a arriesgarse con su carta, aunque quizás la cuiden más. El servicio amable, aunque me tuvieron más de 20 minutos esperando la cuenta porque no funcionaba la caja registradora. Relativizado a que se trata de un menú de 16 € café e IVA incluídos, se puede entender el ir, en el caso de querer comer en un sitio curioso, casi único.