Anágoras es el nuevo nombre con el que fue bautizado el local dónde antes estaba ubicado "Rossvand" y luego pasó a ser "El Mesón del Mar".

El restaurante es muy grande y dispone de unas vistas increíbles de Tarragona en la Marina de Port Tarraco, pero a mi entender, no saben sacarle el partido que se merece.

Volví con reticencias a probar el menú de mediodía, ya que la última vez que lo hice, fue bajo el nombre anterior "El mesón del mar" en el que pagué los 14 ó 15 euros del menú, habiéndome dejado prácticamente los dos platos enteros tras la queja al camarero de turno y yéndome sin probar el postre.

Ésta vez y tras los comentarios que me habían hecho una compañera de trabajo, volví con dos amigas a mediodía.

El equipo parece ser el mismo, excepto el camarero. Servicio muy lento, aproximadamente 10 minutos para tomarnos nota. El comedor tenía ocupadas, tres mesas de dos personas, una mesa de 8 personas y tres personas atendiendo la sala.

Escogí el vino: Almodí petit 2009 que está muy bueno. Es una opción segura.

Primeros platos: Garbanzos estofados, correctos; Parrillada de verduras (tomate, tres trozos de calabacín, medio pimiento verde, dos trozos de berenjena) y Gazpacho que está ligeramente soso (ya sé que soy una puntillosa con la sal, pero este comentario no es mío, sino de la persona que venía conmigo). El gazpacho venía en un plato combinado con cuatro cucharas de porcelana con trocitos de tomate, pepino, crostones de pan y pimiento rojo.

Segundos platos: Suquet de pescado y dos Secretos ibéricos con crema de ceps con un suplemento de 2 euros. El suquet estaba bueno pero el Secreto estaba al menos el mío, carbonizado por la parte de abajo y muy seco por dentro, me comí a penas dos trozos de las tiras que presentaba el plato y dejé el resto, la salsa era corriente y sin sabor a ceps. La persona que venía conmigo también tenía algún trozo ligeramente tostado, pero la sensación de llevarte a la boca, un trozo de Secreto que lo he comido con anterioridad, y que tendría que estar tierno y sabroso, era como si estuviera comiendo un palo (por lo seco que estaba por dentro) y puro carbón, dejándome la boca totalmente inutilizada, lo acabé resolviendo, con varios sorbos seguidos de vino y agua y con pan salseado.

Cuando nos vinieron a retirar los platos, le comenté a la persona que atendía la mesa, lo que había pasado con el Secreto y cuál fue mi sorpresa que ni siquiera me rebatió lo que estaba diciendo, sino que me retiró el plato como si hubiera oído llover. Nos quedamos sorprendidos por la ausente respuesta.

Postres: Dos macedonias y una tarta de la casa (tiramisú de elaboración externa).

En la factura, nos cobraron los dos euros de suplemento. Si tan solo se hubieran disculpado, un error o un despiste lo tiene cualquiera ...

Sin duda, no voy a volver nunca más. Cuando un local cambia tanto de nombre y no ves grandes cambios, personalmente, no lo recomiendo.