Empezaré por lo negativo. Buscamos este restaurante para una cena tranquila, ya que habia leido algunos comentarios que ahi se respiraba tranquilidad y casi silencio. Bastante lejos de la realidad. Si es cierto que ahi la culpa no es del restaurante, sino de una mesa de 8, con bastante falta de respeto con sus risas y comentarios en voz alta, que hicieron que el resto de mesas no pudieramos casi hablar. Ya digo, eso no es culpa del restaurante, aunque si a la larga les convendria poner unos stores en las dos paredes que hay de cristal para amortiguar un poco los ruidos. En cuanto a la comida, de cinco que ibamos, cuatro pedimos el menu de 25 euros. Nos sorprendio un poco, cuando vimos que dejaban un solo plato al centro, con una pequeña degustacion de lo anunciado en el menu, teniendo que hacer particiones minuciosas para que todos pudieramos probar aquello. Lo que mas nos sorprendio, fue ver despues, que en la susodicha mesa de 8, sacaron 3 platos con la misma cantidad, para los 8, algo falla en las proporciones, algo que deberian mirar. Los segundos, la lubina y el confit de pato, mejorables, de sabor y textura. El postre, eso si, ya fue uno para cada uno, y muy bueno la textura de chocolate y toffe. Lo positivo: en los entrantes hubo una buena mezcla de sabores, bien maridados y que se noto que saben lo que llevan entre manos. Creo que poco a poco se pondran en el sitio, subsanado eso pequeños detalles, pero que es necesario para que el comensal salga del todo satisfecho, porque apuntan maneras, falta quizas, experiencia para ciertos matices. Animo chavales y a seguir luchando, el futuro es vuestro. Vino, nos sirvieron (bien) un Solar viejo, con el precio bien marcado, sin abusar.