Coqueto lugar en el centro de esta ciudad situada a 18km de Barcelona, ubicado detrás de la iglesia del municipio y en un local de los bajos de un edificio plurifamiliar. El local es estrecho y largo, nada más entrar (a mano derecha) te asombra las numerosas bodegas refrigeradas que albergan la extensa carta de vinos y cavas que poseen, decoración también con motivos vinícolas, barriles, postes con chapas, botellas vacías, etc.
Ambiente acogedor e íntimo ya que dadas las dimensiones del local (anchura) las mesas son como máximo para 4 o 6 personas, si van más comensales ya tiene que hacer inventos.
Comida a base de platos tipo tapas, bastante elaborados y sabrosos, carnes, fritos, verduras, pescados… y siempre bien regados con algún caldo peninsular (sobre todo catalanes) de la extensa carta de vinos (de extranjeros no tienen tanto), a parte, te saben aconsejar respecto nuevas marcas adquiridas o maridajes con respecto a lo que has pedido, copas correctísimas (marca Riedel y variadas).
El servicio es familiar pero correcto, simpático y atento.
Perfecto para ir a tapear algo y probar algún nuevo vino que no conozcas.
El precio por persona depende del vino que pidas. Con un vino de unos 15€ y cuatro personas salimos a unos 25€ por cabeza.