Muy bien

Acudimos a este restaurante al lado nuestro hotel tarde (21.30 pasadas) y sin reserva. Situado junto a les Invalides, con un amplio y luminoso comedor, con grandes ventanales desde donde se contempla la cúpula iluminada del Dôme. Cocina de mercado, con raciones correctas, buen producto y esmerada presentación en los platos. Cenamos a la carta: dos ensaladas con pulpo de primero, bacalao y carrillera de ternera de segundo, y dos profiteroles Pasco de postre. A destacar el profiterol, enorme, relleno de helado de albaricoque y bañado abundantemente con un chocolate delicioso. No tomamos vino.

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