Hacía ya un tiempo que no acudíamos a este restaurante y teníamos unos recuerdos buenos y otros menos buenos.
El local es elegante y además han cambiado el papel de las paredes que era excesivamente "serio" y ahora, dentro de la elegancia, le da un toque más moderno.
Todo muy cuidado, buen tamaño de mesas, buena mantelería, estupenda vajilla y cristalería.
Tienen un menú degustación a 40e sin bebida pero hoy hemos preferido probar un poco de su carta.
Como aperitivo nos han sacado un par de copas de buen tamaño y considerable ración de Quisquillas a la sartén, estaban ricas y al ser de pequeño tamaño, algunas han ido enteritas al estómago, sin pelar.
De pan hemos pedido Pan de pasas y otro de maiz, a cada cual más rico, crujiente corteza y tierna la miga. Ricos-ricos.
De primer entrante nos han sacado una más que generosa ración de Coppa, embutido italiano, semejante un tanto al lomo pero con un toque de grasa tipo ibérico. Acompañada de unos panes con tomate.
No lo había probado nunca pero me ha gustado.
Después hemos comido un plato compuesto por Hongos, angulas de monte y yema de huevo presentado en una especie de cesta y acompañado de un puré finísimo de patata con un sabor excelente.
Las angulas de monte, las cantharellus lutescens son unas setas con sabor marcado, se preparan como las verdaderas angulas, al ajillo y la verdad es que están para chuparse los dedos.
La yema de huevo, de huevo de verdad, da un toque muy conseguido al plato en su conjunto. Quizás un poquito pasado el punto de sal pero para mi eso es casi más un acierto que un fallo.
Otra cosa es lo que opine mi médico de cabecera.
De plato principal hemos elegido unos Salmonetes sobre un risotto de begihaundi todo en su justo punto, el arroz ni pasado ni tieso, el begihaundi (ojo grande en euskera), en buena cantidad y muy conseguido el punto de cocción. La piel de los salmonetes crujiente y el pescado jugoso.
De postre nos hemos decantado por un Helado de gin tonic con bizkotxo de lima y regaliz excelente postre con sabores diferenciados y muy marcados, el bizkotxo jugoso y a mi no me hace demasiada gracia el regaliz pero no mataba el conjunto que al mezclarlo con el helado conseguía un efecto refrescante sin empalagar para nada.
Muy buena y variada carta de vinos, buenas copas de muy buen tamaño, servido sin demora, con atención constante pero sin agobios.
El servicio ha sido muy atento en todo momento, sin espacios largos entre platos y sin molestar para nada.
Para beber un Nieva pie Franco 2011 me ha encantado, muy aromático, muy fresco, marcado sabor y el postgusto largo y un tanto amargo característico de los verdejos.
Un riquísimo cortao en su exacto punto de leche y café y una copita de Px gran reserva 1982, un vino que casi "pica al olerlo", con un dulzor muy logrado y un postgusto largo, tan largo que aùn ahora me llegan notas.
Esto lo hemos tomado en la terraza, una terraza preciosa, con unas vistas que las quisiera yo para mi en mi casa. Vistas a la ría de Bilbao y al museo Guggenheim.
Pues otra grata experiencia más y otro restaurante a tener en cuenta en el futuro.