Decepción juvenil
Habíamos estado varias veces en La Parpadella, y siempre veíamos este lugar repleto, con colas en la puerta. Un amigo me dijo que no estaba mal. Así que el día previo reservé. Tras ver una magistral obra de teatro en el Rialto llegamos a las 22,50 -la reserva era para las 23h-, y tras estar esperando en la puerta dos minutos, me acerco a la barra, y un camarero me pregunta desde la lejanía que si teníamos reserva, y me dice que esperemos en la calle.
Por fin nos instalamos. Mala iluminación, mesas de juguete, muy muy pequeñas, excesivamente juntas, local pequeño y ruidoso, y decoración grafitera, ya que incluso animan al cliente a que pinte de colores las mesas, paredes... No quise ver más.
Tenía ganas de beber vino, y como estábamos en un local representante de la Galia, esperaba poder beber un buen tinto, pero en la supuesta carta de vinos y cervezas, me sorprendo cuando veo solo tres referencias francesas -una de tinto (no quedaba), otra de blanco y rosado-, una de Ribera del Duero y otra de Rioja -ambas sin especificar nombre, cosa increíble-, y un par de Requena. Me recomiendan un tal Melic; lo pruebo, pésimo. Pedimos el Duero, llamado OK, muy regularcillo, 3 meses en barrica. El precio desorbitado, 14,5 e., cuando en tienda acabo de ver que no llega a 6.
Pedimos la tabla de quesos franceses -correcta-, la galette TRryo (de bacalao), la bergere (de beicon) y para finalizar el crep Tatin. Las galettes aprobadas de contenido, pero la masa me resultó muy aceitosa -se fríen en mantequilla-. En cambio, el crep nos gustó, lleva compota de manzana, caramelo y helado de vainilla.
Lugar para gente joven, o poco exigente, o.... Bueno, pues ya hemos estado. Imagino que Vicente continuará yendo.