Muy mal

Yo era reacia a este restaurante dadas las malas críticas pero me justifico dado que no reservé yo. Un local al lado del mar decorado con césped artificial que más que a cenar parecía que ibamos a jugar una partida de minigolf. Nos sentamos y nuestra sorpresa fue que, sobre la mesa, sólo había un papel con "menú degustación". Nos comentaron que en terraza no había otra opción. Elegimos los segundos y, empezó el desfile de despropósitos. Entrantes escasos, tocamos a dos tomates cherry, una bolita de queso gorgonzola y dos hojas de lechuga, una pequeña empanadilla congelada recién sacada de la freidora (con todo su aceite, se entiende) y un trozo de pastel de, no conseguimos saber qué. Después llegaron los segundos: dorada con gulas (pinta horrible y otra vez con exceso de aceite), carrillada rellena de setas (eso no era carrillada sino un trozo de carne ¿de qué? tampoco lo averiguamos, ni siquiera por eliminación y... pollo relleno con salsa gorgonzola, yo les explico, el típico pollo que venden en bandejas en Mercadona rellenos de carne picada al que han tenido el detalle de quitarle la cuerdecita que lo rodea y ponerle una salsa de queso por encima. Y, el postre, "delicias de la abuela" o algo así, ¡ay si la abuela levantara la cabeza!, dos variedades de postre, dos. Las texturas y sabores totalmente químicos. Un horror. Y la guinda, la cuenta, 40€ por cabeza. ¡Y luego nos quejamos del precio de la gasolina!.

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