Con fundamento.

Un lugar especial, muy muy personal que hace gala de gran sencillez y originalidad. Una propuesta honesta, en la que no se esconde ni la cocina ni la despensa. Todo a la vista.
Decoración difícil de definir, colorista y ecléctica, en un local humilde y sin pretensiones.
Manteles y servilletas de papel multicolor sobre manteles de tela de flores.

Cocina mediterránea creativa.
La carta es un gran folio con una enorme mano pintada dentro de la cual están las referencias.
Tomamos, para el centro todo:
---Ensalada caliente de patata con pechuga marinada al Lambrusco. Unas sabrosas tiras de pollo, delgaditas, sobre lonchas de patata asada bien aliñada.
---Morcilla de arroz con pimiento de piquillo y cebolla caramelizada. En forma de montadito, un bocado exquisito, con morcilla de Burgos de calidad, un buen pimiento, la cebolla caramelizada y alguna salsa dulzona como de remolacha.
---Higos al horno con bacon y queso camembert. Higos frescos, pelados y ligeramente horneados, mezclados en forma de ensalada con el bacon y el queso. Rico, rico.
---Pan chapata con tomate natural, lomo y queso. Servido sobre papel de estraza, destacó por lo etéreo del pan, tipo crostini italiano.
---De postre, Pudin de pan y frutos secos, diferente.
Una cocina con duende, toque y manos. Dentro de la mencionada sencillez, pero todo lo hacen bien y con originalidad.

La carta de vinos, también presentada en una enorme hoja de papel duro, es curiosa, con solo +/- 20 vinos, contempla unas 10 D.O.s. Tomamos un Ribera del Duero, Semele, algo verdecillo. Buenas copas.

Servicio familiar, cercano, desenfadado y rápido.

Para repetir sin duda alguna.