Emplazado en el antiguo Piscolabis se encuentra el local que no ha variado a penas la decoración. Hay tres espacios definidos: a la entrada puedes tomar unas tapas con una copa de vino (morcilla, embutidos ibéricos, quesos, entre otros platillos que suenan bien); el comedor con 30 mesas con buena separación y la sala Lancelot que está más dedicada a grandes grupos con un máximo de 70 personas.

Buena opción de menú de mediodía por 14 euros con tres opciones bien definidas de primeros, segundos y postres. Vino de la casa, Clot Arada D.O. Catalunya (Garnatxa y Tempranillo), muy bueno. Primer plato: espárragos verdes con queso brie fundido y romesco que resulta delicioso todo mezclado en boca, la salsa romesco está muy acertada; segundo: solomillo de cerdo relleno de verduritas, para mi gusto la salsa está un pelín fuerte; postre: bizcocho relleno con peras al vino, las peras están impresionantes y el bizcocho es un muffin abierto por la parte superior en el que las peras reposan en el fondo del bizcocho. Sería recomendable, añadir un poco más de coulis de frambuesa para acabar el bizcocho que a pesar de que está sabroso, resulta un poco seco.

Buena presentación en los platos que mejoran y se esmeran mucho más cuando es a la carta. Buen servicio de copas para tratarse de un menú de mediodía.

La Chef se brinda a comentarme que a partir del mes de marzo tienen una propuesta para comer en barra por 9 euros y tienen pensado promocionar el tapeo, ya que procede de Salamanca y allí es una costumbre difícil de olvidar, aunque en Tarragona, el tapeo es difícil, porque no hay demasiada costumbre. Si te tomas una cerveza tienes un pincho de acompañamiento incluido en el precio.

Servicio correcto y con muchas ganas de trabajar y de que se conozca su cocina castellana. También puedes organizar calçotadas por 28 euros (IVA incluido) Volveré.