Probaremos sin flores

Voy entre semana a La Calendula con una amiga que se resistía a ir porque ya lo conocía. Quería acercarme a esta cocina peculiar y floreciente de Iolanda Bustos. Como no podía ser de otra forma elegimos el menú de las flores de 22 euros.

Entrantes:

- 'Ensalada de melón con virutas de salmón con amapolas y salsa de yogur com albahaca'. Pruebo un par de cucharadas. Me parece un plato fresco con productos que combinan muy bien. Muy bien presentado.

- 'Terciopelo de patata y trufa con huevo ecológico escaldado y pétalos de clavel'. Este es mi plato. La trufa me cuesta detectarla seguramente porque me despista el perfume de la flor. El plato no me entusiasma.

Segundos:

- 'Bacalao con ajoblanco, uva y tomillo'. Correcta ración de buen bacalao pero no me termina de complacer la mezcla del ajo blanco, la uva y el tomillo. El ajo blanco y la uva casan bien. También la ancestral mezcla de tomillo y bacalao. Pero todos juntos Mmm. ¡No se! Hay algo que 'rompe moléculas'. Pero insisto que la pieza era generosa y buena.

- Mi colega se decantó por un plato de potro que no recuerdo su elaboración. Me dijo que era espectacular.

Postre:

- 'Mouse de chocolate, rosas, y pimienta'. Nada especial.

Acompañamos el menú con la cerveza GALA de flores de elaboración propia. Curiosa.

En resumen: Platos magníficamente presentados. Muy bellos. Materia prima buena y raciones generosas. Mi colega salió bastante más satisfecha que un servidor supongo que por las expectativas y porque no elegí bien. No es que Iolanda suelte flores en los platos si criterio pero encuentro que las flores no son, en este caso, un añadido original, estético y aromático, sino casi una guarnición.
El servicio de La Calendula correcto sin ser muy profesional. Me fui con alguna pregunta sin respuesta. Me gusta que la cocina esté abierta a los comensales. Una cocina abierta no esconde nada.
Esperaba más pero seguramente mejora con otras propuestas que no sean un menú diario aunque sea el caro.
Probaremos de nuevo más adelante.