Subidillo de precio

El lugar tiene su encanto. Una casa antigua (supongo por el nombre que un molino) de pared de piedra y decoración agradable. Enmedio de una de las salas està la foganya con las brasas donde se asa (sorprendentemente no había ni pizca de humo en la sala). La comida buena: Xatonada para compartir, una sepia con mandonguilles y un bacalao con bolets. Carta de vinos justa. Servicio atento y preocupado por quedar bien. Comimos muy bien,pero el preció nos pareció excesivo. Es de esos sitios que te gusta pero sales pensando que si te hubiera costado 10-15 euros menos por persona sería una maravilla...

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