Champions League

Gracias a Via Michelin y a mi diccionario de francés que conservo desde 7º de Educación General Básica conseguí contactar y reservar una mesa en este extraordinario restaurante situado en una población adyacente a Belfort, cerca de Mulhouse y de Basilea. De acuerdo con la Guía Roja, parece estar en la parrilla para conseguir una estrella en su próxima edición. Yo le doy un par de ellas, al menos. He leído sobre la supuesta discriminación de esa guía hacia España, pero, ciertamente, tras comer en sitios como este creo que en Francia se encuentran en otro nivel, y eso que sitios como este no gozan, aún, del estrellato. Contacté con su dueño, Philippe Zeiger a través de su dirección de gmail, [email protected] y recibí su respuesta varios días después. Mi francés hablado es prácticamente nulo, pero en e-mail estuve a la altura.
Es este un restaurante pequeño, ubicado en parte de la planta baja de una mansión, con una sala dividida parcialmente por una mampara y un reservado al fondo. Nuestra mesa se escontraba al pie del hogar, las mesas montadas con servilleta y cubiertos pero sin platos ni cristalería. La nuestra estaba bañada por una lluvia de estrellas doradas y plateadas que alegraron la cena a nuestra peque. En la mesa de enfrente cinco parejas celebraban el matrimonio de una de ellas en una mesa sobre la que habían llovido caramelos y bombones.
Como era la hora de cenar, pedimos un solo plato, compartimos un "Foie gras de canard poêlé, caramel de betteraves rouges et pomme Granny" , extraordinario en textura, temperatura y sabor, con el contrapunto del helado de remolacha y las láminas de manzana, y un "Pomme de ris de veau caramelisée, tartine de légumes crus et cuits", o sea, una manzana rellena de mollejas de ternera caramelizadas que, como dice mi amigo Víctor, estaba para llorar, y mucho. Postres a la altura, "Gauffre cuite au moment, creme légére a la pistache de Sicile et griottes de Fougerolles", un gofre con una crema de pistachos y guindas sobresaliente. Yo probé la tabla de quesos de la zona. Sorprendente.
Regamos la comida con un Pinot Gris Reserve Personnelle Trimbach del 2001 magnífico. Todos los vinos, el nuestro y las cuatro botellas de magnum que llevaban nuestros compañeros de sala cuando nos fuimos, fueron decantados metódicamente y servidos con excelencia. La maître, Mme. Zeiger, cercana, voluntariosa y extraordinariamente correcta. Cierto es que la carta era corta y que, quizás por la fecha alguno de los platos no estaba disponible, pero lo que tomamos permanecerá en nuestra memoria y, si volvemos por Belfort, intentaremos repetir. Una cena simplemente excepcional.

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