Restaurante Grand Café Le Pontié en Albi
Restaurante Grand Café Le Pontié
País:
Francia
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
25,50 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
25 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
3.0
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
1.0
Comida COMIDA
3.0
Precio medio entorno ENTORNO
4.0
RCP CALIDAD-PRECIO
3.0
Opiniones de Grand Café Le Pontié
OPINIONES
1

La última comida del año para dos.
Le Pontié es un establecimiento con amplia oferta: copas, cafés, tentempiés, comidas. Tiene una terraza exterior que da a una bonita y amplia plaza, de las principales de Albi, y una planta baja y primer piso en el interior. Optamos por el interior, con mesas clavadas al suelo por un pie y decoración algo decadente. Los camareros iban vestidos de barroco.
Aunque tenían buena pinta las pizzas que iban circulando por la sala, así como las ostras en un tenderete de la entrada, pedimos dos platos: un entrecot (18 €)y un "cassoulet" (15 €). El entrecot, pese a pedirlo al punto, salió algo frío y demasiado hecho (veo que esto último no sólo es costumbre en la península). Ni tierno ni duro: vulgar. El "cassoulet" tenía unos judiones parecidos al garrofó que se podían comer, junto con un trozo de pato, imagino que en representación de la carne. Ambos elementos, pese a compartir la misma ubicación, hacían cada uno la guerra por su cuenta, como un matrimonio mal avenido. Lo mejor de la comida, las patatas de la guarnición del entrecot.
De beber pedimos una botella de Cuvée du Vieux Pressoir (A. Saint Nicolas de Burgueil C.), a 18 €: la sacaron a excesiva temperatura y tuvimos que pedir cubitera. La primera impresión regular no mejoró a lo largo de la comida, quizá estuviera en mal estado la botella. Las copas, diminutas y ridículas, casi tanto como los camareros.
Mantelitos individuales de papel. Ídem las servilletas.
Lógicamente, nos fuimos a tomar café a otro sitio. Menos mal que la visita a la catedral -impresionante- y al Museo Toulouse-Lautrec nos dejaron mejor sabor de boca.
Por cierto, los camareros barrocos ponían los hielos con la mano.

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