No me gusta meter dos comentarios sobre un mismo restaurante a no ser que haya cambios sustanciales y siempre y cuando haya pasado un tiempo prudencial.
Pero en este caso voy a saltarme la norma y, aunque hace algo más de un año de mi visita, creo que este restaurante se merece tener un comentario actualizado.
La actual ubicación de Pirineos lo deja solo ante el peligro. Con el traslado del hospital La Fe a su nueva ubicación, este referente de productos que lleva trabajando durante décadas de forma impecable, ha sobrevivido a la crisis, a la soledada, en una zona en la que a duras penas encuentras algo decente en el que hincar el diente, a los menús low cost que acaban ahogando la calidad de los restaurantes.
Sirva pues esta valoración como una declaración de firme propuesta de volver más a él, de señalar en el mapa este restaurante que jamás se apeó del tren que había decidido tomar, de reconocimiento a Paco y toda su familia que siguen trabajando duro en este local familiar que ya cuenta con la tercera generación en plantilla.
El restaurante mantiene su estética clásica, paredes forradas de madera, mobiliario cómodo, luz cálida y una atmósfera familiar, que te hace sentir como en casa. A remarcar en el entorno que el parking del antigua hospital se puede dejar el coche a un precio irrisorio, estuvimos como cuatro horas y pagamos algo más de 1€, así que no merece la pena dar vueltas para buscar sitio.
Empezamos el festival con unas ostras Guillardeau, como siempre, perfectas. Continuamos con unos berberechos de buen calibre y sabor, producto y más producto.
Alcachofas con trufa, y aquí es cuando Paco se pone a rallar trufa de Sarrión e inunda toda la sala con ese aroma...
Mollejas de ternera en su perfecto punto, un plato que me encantan y que aquí bordan.
Las chicas pidieron una chuleta de mamet y nosotros compartimos un rodaballo salvaje, preparado con aceite de oliva y pimentón, y un bacalao con aceite de trufa. Ambas preparaciones sencillas pero con un producto excepcional.
Acabamos con una tabla de quesos para poner punto y seguido, porque Paco se empeñó en que probáramos la leche frita con helado de turrón, que bien mereció "el esfuerzo".
Buena carta de vinos, extensa y con referencias interesantes. Empezamos con una manzanilla de Lustau, un Bolo y un Tres Picos. Acabamos la sobremesa con un Oremus Tokaji Aszú 3 Puttonyos 2009. Copas de calidad y excelente servicio y atención.
Hasta la próxima.
¿Por qué no meter dos comentarios?? ¿Se lo merece (para bien o para mal?
Es más, ¿por qué nos quieres privar de esa información?
(jejeje)
Un sitio demasiado desconocido fuera del ámbito de La antigua Fe
Lo merece en comida (producto) y en bodega
Saludos
Bueno, es una decisión personal. Me gusta comentar novedades y cambios. Pero vamos, que me parece bien que otros comenten varias veces el mismo local.
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