Tras los pasos de Pavarotti. Una institución en Florencia

Una de las buenas cosas que mi profesión es que permite a uno viajar mucho y tener amigos (y enemigos) en casi todas las partes. A uno de ellos -amigo y residente en florencia- recurrí para orientarme acerca de diversos sitios a los que podía ir para disfrutar. Y a fe mía que éste no defrauda.

Para comenzar describiré lo que él me dijo de la trattoria: "un po' grezzo, ma squisito e vera atmosfera rionale". En cristiano: un poco tosco, pero exquisito y en una auténtica atmósfera de barrio.

Y añado un dato: allí van los que tienen que ir.. los florentinos.. y alguno más, como el príncipe Charles of England -del que hay una foto de su etapa pre-camila- y el enorme, el inmenso, el extraordinario Luciano Pavarotti, de quien se dice que allí ganó, no sin esfuerzo, unos cuantos centrímetros de su anatomía.

Situado en un lugar céntrico, aunque un poco escondido y recóndito de Florencia. Puerta pequeña y se abre lo que se puede definir, sin más, como una inmensa casa de comidas.

El entorno: de entrada te recibe, libreta de anillas en mano -donde están apuntadas todas las reservas-, la jefa, la capo, 70 años, jersey gastado, pero de una profesionalidad enorme. Simpatiquísima.

Ambiente, como se ha señalado ya, semi-mafioso (propio de reggio calabria). Dos alturas de restaurante. La más elevada, más trattoria, 20/25 mesas, buena separación. Y la más baja, la más auténtica -allí tuve la suerte de sentarme-, baldosines de ladrillo, mesas de madera -eso sí, con mantel-, compartiendo incluso mesa y viendo por un agujero la cocina. Al Capone en estado puro. Extraordinario.

Buenos cubiertos y platos aceptables. A pesar del ambiente tosco y de barrio, un sitio limpio. Vasos flojetes; eso sí, pedir uno de los vinos de, a mi juicio, una muy buena carta de vinos -cuando menos italianos-, y sacarte a toda velocidad una copa justa pero aceptable (ciertamente, de las de 6 euros la docena, pero no se puede querer todo).

Servicio rápido, incluso veloz. Consejo, pedir primero el vino y, mientras tanto, pensar la comida.

El vino: como ya he dicho la carta de vinos era -en materia italiana- muy, muy buena, unas 600 referencias de los más grandes vinos italianos, con casi todas las cosechas de los ultimos 10/15 años. También tienen las principales referencias francesas del medoc. Una bodega que muchos resturantes italianos ya quisieran para sí.

Servicio del vino... Si no fuera por las copas, a mi juicio sería excelente. Servido por el hijo de la dueña a una temperatura perfecta -el vino lo tienen en otro lugar, lejos de los calorazos de la cocina-, te ofrece el corcho de inmediato, tras olerlo ligeramente y echarte la cantidad justa para el "primer tiento". Me decante por un Marchesi Antinori Reserva muy agradable (35 euros).

Comida: Genial de cabo a rabo. La carne que quieras, el jabalí in umido, la bisteca a la fiorentina, la trippa, el conejo... y unas cuantas pastas y antipasti.

Fuimos, directamente, por una de las especialidades de la casa: quien suscribe, a por la trippa (callos) a la fiorentina.. suaves, melosos, gelatinosos pero a la vez contundentes, conjuntado perfectamente con el vino. Tremendos. Y mi propia -que en principio le hacía un poco de ascos a la Casa- unos farfalle funghi porcini, muy buenos también, pero ni comparación con la trippa, que, al final, se acabó laminando mi mujer -con no pocos elogios hacía la misma, siendo que los callos no le gustan ni ver!!!).

Las raciones son aceptables para cenar, pero se quedan un poquito justas para comer, pero eso tambiñén es lógico, pues no es lo mismo una cosa que otra. Menos de 10 euritos cada una.

Y como quedaba para 4 copitas de vino -la cosa se iba calentado- hubo que ir a por el postre -un tris de fromaggi- compuesto por una ración muy apreciable pecorino (hummmm.), stracchino y un parmiggiano fabuloso por menos de 15 euritos. Y me quede con las ganas de probar las croquette di filetto, que tenían una pinta fenomenal.

Y, por si fuera poco, llegó el momento cumbre de la velada: haciendo las fotos para el reportaje -que subiré en su momento-, los chefs -los mismos de las películas del padrino- me invitan a pasar a la cocina, piccola e redotta, donde estaban preparando una bistecca a la fiorentina del tamaño y grosor de una pala y media de padel que olía a gloria bendita.. abrazos, tres besos italianos y foto con todos ellos.

Me despedí, obviamente, comentando a la capo -previos otros dos besos- que había comido como en mi casa, a lo que respondió con una mirada de ternura que hacía tiempo que no veía. Calidez, enorme servicio, familiaridad, respeto. Que grande!!!

Poco más que decir: lo allí vivido sólo se podía haber mejorado (copas aparte), con un aria del propio Maestro Pavarotti, cuyo espíritu aún se siente en esta gran casa de comidas en la que hay que pagar en metálico (obvio, no podía ser de otra manera).

Coco Lezzone: desde 1800.. y sigue sin cambiar. Haganme caso y vayan si pueden. No se arrepentirán.

  1. #1

    G-M.

    Me encanta tu comentario pero chico, casi me gustan más cuando te cabreas...
    jajaja
    Un "somarda" es lo que eres tú

  2. #2

    Joaquin1965

    en respuesta a G-M.
    Ver mensaje de G-M.

    Es que los aragoneses del 65, "semos" así, ja, ja.. Que sitio más grande (yo creía que en cualquier momento me salía por ahí Vincenzo Corleone).

    Y en Venecia, el giubagiò, échale un ojo al comentario, crack, que también hay literatura.

  3. #3

    Hambrebuena

    Bueno, de momento me pilla un poco lejos, pero si algún día paso por allí... pues haremos caso de tus consejos.

    Gracias por compartirlo y saludos.

  4. #4

    Joaquin1965

    en respuesta a Hambrebuena
    Ver mensaje de Hambrebuena

    Llevaros chalecos. Que ahí la ensalada sólo puede ser de tiros -)). Gracias a tí. Joaquin

  5. #5

    Jansolo

    Genial comentario. El proximo invierno cuando vaya a Florencia, procurare visitarlo, le tengo ganas.
    Saludos

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