Una más

Animado por la buena (y escueta) crítica anterior y sabiendo que le habían premiado como mejor sidrería 2013, optamos por esta sidrería en este viaje.
Terraza exterior agradable si consigues evitar el sol filtrado, imposible en el interior sin aire acondicionado, servicio joven y voluntarioso en escanciar sidra de forma continua.
Eso es lo que hay que beber: sidra recién escanciada; también una de agua grande (Mondariz). Pan duro con aceite de Oñaceite.

Para comer: calamares frescos de potera, muy buenos bien rebozados y fritos sin nada de aceite. Una ración de bocartes grandes y eso que estamos fuera de temporada. Ahora toca sardinas y están bien buenas, con su parte grasa y de buen tamaño.
Las brasas estaban cerradas. No se pudo probar nada de las mismas, aunque parecía interesante.

En resumen una sidrería, alejada del centro y que no merece la pena el viaje.

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