Más que por sus ajos, Las Pedroñeras es conocido por las rejas de este fabuloso restaurante que alberga. Se trata de un pequeño pueblecito de La Mancha, alejado de cualquier sitio (175 Km en nuestro caso), por lo que la visita es expresamente para comer, y merece muchísimo la pena.
Local bastante amplio, con mesas grandes y mucho espacio entre ellas, decoración muy cuidada, hasta el más mínimo detalle y ambiente muy cálido y acogedor.
Muy buen servicio, atento y profesional. Acertaron con el vino, impecable su trato.
Y la cocina, platos tradicionales transformados con muchísima imaginación en joyas gastronómicas propias de paladares exquisitos.
Pedimos Menú Degustación con maridaje, espléndido, destacando su Ajoarriero ahumado, Huevas de arenque y Jugo de perejil, original presentación y buena mezcla de sabores; sus Verduritas, Hortalizas y Niebla de trufa, jugosísimas microverduras acompañadas de esa niebla de trufa que te lleva a las mañanas de los campos manchegos; Ostra merengada, acompañada genialmente de la hoja de ostra (una hoja de planta con un intenso sabor a ostra); Bacalao con fabes, de intenso sabor; su Sopa de ajo morado de las Pedroñeras, riquísima; Ravioli de perdiz con setas y trufa, sabor fuerte; Rodaballo a la brasa; Perdiz escocesa, muy buena, fuerte sabor a caza, totalmente distinta a otras perdices.
Gracias a Manuel de la Osa por el sabor de sus creaciones.
Habrá, sin duda, que ir a conocer su otra casa: Ars Natura, en Cuenca.