Exactos, ese ha sido el tiempo que hemos pasado disfrutando en este restaurante.
Y porque nos teníamos que volver para Madrid.
No voy a caer en la tentación de hacer una poesía, ni verso, que tan de moda se está poniendo últimamente, voy al grano:
De la Osa y su equipo apuestan por el sabor de las cosas, en escasos centímetros cuadrados podríamos decir que sacan el 1000% del sabor de la materia prima con la que trabajan, siempre reconocible, en ningún caso oculta o tergiversada con texturas o sabores que no le correspondan. Sergio, joven componente del equipo, con el que hemos charlado unos segundos, nos ha transmitido ilusión y desempeño por su trabajo, da gusto.
Salón espartano en cuanto a decoración, amplio, mesas bien vestidas, generosas en separación entre ellas, cómodas.
El servicio de vino, de la mano de Victor, impecable, superior, hemos dejado en su mano la elección de los vinos que acompañarían la comida, un acierto.
Servicio de sala competente, profesional, atento y cuidadoso con los detalles.
Empezamos el menú:
Ajoarriero con panes y caviar. Pleno de sabor, un plato sopero reducido a un vasito, eterno.
Huevo ahumado sobre leche de evo, sencillo, fresco, agradable.
Berberecho con tomate aromatizado y su escarcha, volvemos al sabor original, en mínimo espacio.
Tartar de atún aguacate y caviar, aromático y de textura impecable.
Ostra merengada, refrescante.
Jóvenes verduras, hortaliza y niebla de trufa, un espectáculo visual, color, humo, sabor, texturas. Pero de nuevo, sencillez en el plato.
Sopa de comino, haba de cacao, azafrán, guisante y moshi de queso, estupendo.
Piñonada, albahaca y blanqueto, un descanso suave, un aperitivo a la mitad.
Parfait de foie-gras y uva en texturas, sin la contundencia del acostumbrado foie, suave delicada, tímida.
Sopa fría de ajo morado de las Pedroñeras, sin palabras.
Gamba de la bahía de Denia y azafrán, sabor persistente, infinito.
Nube de trufa con esencia de perdiz y colmenilla, un alarde de sabores de la tierra, perfecta.
Sesitos de lechal ligeramente ahumado, glaseado y carbón vegetal, la sencillez hecha sabor.
Galianos de perdiz con verduritas silvestres de temporada, trato impecable, suave y de agradable persistencia.
Salmonete, zanahoria, cítricos y arrope, suave, apenas se ha dejado notar entre tanta “prima donna” y no por ello menos fino y de frescura solemne.
Infusión de te de roca con menta y cítricos, refrescante, muy original.
Gin-Tonic, hay otras formas, y esta me gusta.
Torrija al revés, sorbete de manzana y polvo crocante, el remate, o como un postre típicamente goloso no tiene por que ser empalagoso y convertirse en algo fresco.
Vinos:
Cava Manuel Raventos 2002
Vallegarcia Viogner 2007
Manuel de la Osa 2004
La Plazuela 2005
Moscatel Finca Antigua
Tinto dulce Finca Minateda.
GT de Martin Millers con hojas de lima.
Una experiencia que no se como medir, por tiempo, por espacio, como se miden las satisfacciones??