Excusa para hacer un alto en el camino.

Cocina casera, de corte vasco-manchego, bien elaborada.
Destacables las pochas rojas con sacramentos (embutido) y las judías blancas con perdiz (muy mantecosas), que se deshacen en la boca. Croquetas bastante conseguidas.
En verano un refrescante gazpacho.
Buen pescado; a destacar, la merluza y el bacalao. Y unas excelentes cocochas (prefiero las rebozadas acompañadas de ensalada).
Buenas carnes, vacuno y cordero, a la brasa, con especial mención para las chuletas. De guarnición, unas, más que aceptables, patatas fritas (caseras, por supuesto).
De entre los postres destacaré la cuajada y las natillas de la abuela.
Servicio amable y voluntarioso. Es rápido, sabedor de que estamos de paso.
Aceptable RPC.

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