Restaurante con una decoración tipo hippy-naïf, ambiente casero, y con una materia prima aceptable, sin más, lo que falla es el PRECIO, pues es excesivamente caro, sobre los 60 euros por persona. Es un restaurante de esos que cantan la carta, ambiente informal, joven, pero con precios abusivos. En pocas palabras: una tomadura de pelo. No volveré.
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