En una casona antigua y con una escalera que va pasando por diferentes pisos y salones en cada uno de ellos, sin olvidar la planta baja donde está la barra.
Mesas, copas, cubiertos de primer nivel. Atención muy profesional y elegante, buen servicio en mesa y buenos consejos en el apartado de platos. Carta de comidas muy sugerente y más lo de fuera de carta y que fue casi todo lo elegido.
Carta de vinos muy de Rioja y bastante clásica. Así que el elegido fue el más desconocido: Tritium tempranillo 2010 un tinto muy frutal de solo 10.000 botellas. que nos gustó; alguna cerveza de entrada y agua Perla Clara para los 4 comensales para cenar.

Al centro:
. alcachofas: peladas hasta dejar solo el corazón, un golpe de horno y aceite crudo y sal. Sorprendentes y muy sabrosas. pero la calidad marca mucho y se notó.
. espárragos blancos: buen tamaño y buena calidad, buen punto de hervor dejándolos tersos pero blandos al comer, con algo de AOVE y nada más. Placer de dioses. El aceite Alfaro de la Rioja de arbequina, pero sobre todo el Luis R de la variedad arróniz.
. almejas a la sartén: de buen tamaño, jugosas y para mojar pan, pero ya lo habíamos acabado con ese aceite.

De principal y para todos, un pieza de besugo al horno. Punto perfecto, bien desespinado en la mesa y partido en 4 raciones que quedaron más que suficientes. Un pescado superior.

Postres:
. torrija x 2 que quedó un poco lechosa aunque bien en general.
. piña horneada x 2: diferente y gustosa.

Sin cafés que hay que madrugar mañana para trabajar. Regreso caminando al hotel por la zona de la calle Laurel con bastante gente saliendo de los locales. Buen ambiente que invitaba a quedarse, pero resistimos.

Cocina tradicional. Normalita
Raciones muy escasas. Si te recomiendan platos fuera de carta, mejor preguntar el precio para evitar sorpresas desagradables. Lo mismo con el vino.

Precio medio 80 euros, 95 e. si no te quieres quedar con hambre.

En la ciudad de Logroño por este precio y ,por supuesto menos , hay gran variedad de restaurantes que ofrecen mejor calidad-precio.

Mi primera visita al «Herrerías» y muy satisfecho con la misma. La cocina es bastante tradicional pero muy fresca y bien elaborada. Los entrantes (anchoas, carabineros y anchoas) estupendos, la carne y los pescados sabrosos. Mención aparte el revuelto de boletus y, sobre todo, el helado que acompañaba a la torrija en el postre.

Ese es el secreto de este local de cocina tradicional, la buena materia prima. Comimos, de entrantes, unas buenísimas alcachofas, unas anchoas rebozadas muy finas y un revuelto de boletus. De plato principal, caparrones y patatas a la riojana y, para los atrevidos, un chuletón fileteado al centro. De postre, torrijas con una base de helado de chocolate y café. En general, la experiencia resultó muy agradable. No puedo hablar de precio ya que fuimos invitados y tampoco tuvimos oportundidad de ver la carta de vinos.