No hay que fiarse de las apariencias

Local decorado con dudoso gusto, una mezcla de enxebre y con aparatos antiguos, mesas de madera barnizadas y taburetes no muy cómodos, sin mantel, etc, para dar una impresión de "auténtico", que se me hace innecesario.
Pero, amigo, la comida ya es otra cosa, excelente y a muy buen precio
Eramos 4 personas
Para compartir, unas zamburiñas excepcionales y unos langostinos rebozados, flojos
Platos principales:
Merluza a la plancha, muy rica
Hojaldre de lubina y vieiras, el más antiguo y muy recomendable
Rabo de buey, muy bueno y además, era una ración que valía para dos o tres
Bacalao sobre unos garbanzos y salsa gallega exquisita, coronado por unas tiras de bacon crujiente. Este plato merece un 10 en todos los sentidos, por la calidad del bacalao, el punto, la originalidad. Que conste que se lo zampó mi padre, 91 años, antiguo patrón de gran altura, que sabe bien del bacalao y al que no le suele convencer la cocina elaborada pero que se rindió ante este plato
Postres: Flan de queso, prescindible y requesón con membrillo y nueces, maravillosos.
4 cafes de pota y un albariño Fefiñán. Total 113 euros, increíble, pero cierto
La atención de los camareros, excelente. Tengo ganas de repetir

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