Tenía muy claro a lo que iba, a comer cocido.
Restaurante con solera y con cierto encanto, si no fuera por lo excesivamente juntas que tiene las mesas. El salón que da a la calle me parece el más agradable. Dos turnos para comer, estuve en el primero. Tomé para empezar media ración de callos que me parecieron buenos. Seguidamente el cocido. En el primer vuelco los fideos,los esperaba más pasados (no me gusta la pasta pasada) y resultaron agradables, la sopa con sabor, con enjundia y la grasa en su justa medida. El segundo vuelco los garbanzos con sus avíos, lo acompañan de cebolleta y guindillas picantes, así como una salsa de tomate (que mi madre acompaña de cominos). Los garbanzos en un buen punto de cocción así como el jamón el tocino y el morcillo, ofrecen repollo aparte. Raciones generosas.
El postre buñuelos de manzana, generosos y no muy destacables.
La carta de vinos no la ví, ya que tomé el de la casa (1/2, que me sirvieron en jarra de barro, a unos 6 euros). Simplemente correcto.
Mesas excesivamente juntas, servicio correcto y profesional, aunque excesivamente mecánicos. Yo creo que todo el mundo tiene asumido a lo que va y el servicio se ha adaptado a esta circunstancia, para ellos es sota, caballo y rey.