Parece absolutamente evidenciado que estamos buscando, para momentos muy concretos, otros tipos de locales. Y ante la demanda, claro, surgen nuevas maneras de entender la gastronomía.
Locales con aires retro que ofrecen productos tan populares como la hamburguesa con ese plus de calidad de todos deseamos, desde panes ecológicos, variedades de quesos sobre las piezas o carnes más cuidadas y puntos de cocción ajustados.
Pero ante toda esa posibilidad de precios aparentemente contenidos, nos encontramos con que ni el servicio, ni los ambientes, ni el servicio de bebidas, sea todo lo correcto de que debería ser, para los precios que vienen cobrando.
Home Burguer ofrece platos que van desde los 7.75, una ensalada de peras y recula, hasta los 13,50 de una hamburguesa “gourmet” con queso parmesano, tomates secos y recula. Que acompañen los platos con una mini ensalada de col, y patatas fritas bastante corrientes y nada respetuosas con la tradición hispana, no hace, por buenas que puedan estar las hamburguesas de unos 150 g unidad, que pensemos que los precios con “muy” económicos. Cosa muy diversa que nos habituemos a comer un solo plato y éste sea más que correcto.
Un sándwich de verduritas, aguacate, calabacín, tomate y queso de cabra 11,50€ me parece, por bueno que estuviera, un precio algo disparatado. Y eso que agradezco que el pan sea ecológico, o las patatas o la sempiterna ensalada de col. Pero estamos habando de casi 2.000 de las antiguas pesetas, por un paltito donde no hay más elaboración ni trabajo que el montaje del “bocadillo”. Y si a eso añadimos un ambiente donde los camareros se ven sobrepasados por la gente, no prestan la atención necesaria a las mesas, la conclusión, más que positiva, me parece bastante negativa. Lo económico, o lo aparente económico, no siempre es sinónimo de calidad.