Nueva visita al Llar de Cudillero tras la del pasado verano, poco después de su apertura. Se agradece que, a pesar de los tiempos que padecemos se mantenga la voluntad por ofrecer calidad a precios moderados, en un local actual y acogedor donde compartimos cena con otra pareja. Entrantes correctos y sabrosos, como la ensalada con el queso de cabra fresco levemente pasado por la plancha o las anchoas caseras, y segundos que mantienen el nivel, un par de lubinas a la plancha perfectas y un par de bonitos con pisto, aunque estos me resultaron convencionales y encontré el pisto algo pasado de sal. Los postres un poco flojos, demasiado tradicionales, sin guiños a la actualidad como sí aprecié en el resto de la carta, compartimos unos frisuelos rellenos de compota de manzana. Todo ello lo mojamos con un par de botellas de Albariño portugués. El servicio correcto aunque un tanto inexperto, rellenando las copas con la segunda botella de vino sin que la copa estuviera vacía... Si sobrevivimos a lo que tenemos encima volveremos el próximo año.