Platos de pescado fresco a base de tapas de cuidadísima elaboración y gran calidad. Los buenos postres rematan la faena.
Carta escueta y copas mejorables, pero el vino está bien tratado, en general.
El local recrea un embarcadero de pescadores y, pese a la aglomeración de mesas, se disfruta del ambiente.
Carles, el propietario, es un auténtico maestro de ceremonias. Los que prueban su restaurante, repiten y repiten y repiten...
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