Gracias a esta web, descubrí este modesto restaurante, típico de la gran calidad catalana en restauración.
La situación a 200 metros del Ebro, te invita a pasear por la orilla del mismo, en una senda que discurre paralela al mismo y que tiene algunos miradores y bancos para ofrecerte sosiego ante la inmensidad del caudal.
El establecimiento carece de encanto; pragmatismo. Se reservan todo su buen hacer en la cocina y el servicio.
Una paella de marisco, un variado de deliciosos mariscos, y para las señoras pollo asado. Nunca he degustado un pollo con este sabor, de carne gustosa, intensa, color naranja, asado con fuerza y en su justa medida, EXTRAORDINARIO.
Para mí un gran descubrimiento, a un precio mas que razonable.
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