Un restaurante con su propia personalidad, mobiliario muy antiguo, vigas de madera, pero autenticas nada de decoracion, luz muy tenue, suelo puede tener mas años que el sol, al describirlo puede parecer algo vetusto pero llega a ser bastante acogedor.
En cuanto a la vajilla, coperio y manteleria todo contrasta con lo anterio citado, ya que estas son bastante moderno.
En una de las vitrinas tenia auntenticas colecciones de vinos y licores.
La carta esta bastente equilibrada, pero nosotros nos decantamos por un menu que salia bastante bien de precio comparado con los de la carta, se llamaba menu a la luz de las velas.Y se componia de Cremoso de tomate con anchoas marinadas y aceite de perejil (el cremoso muy suave y refrescante), ensalada templada con queso de cabra del país,espárragos trigueros y salteado de setas (la ensalada quedo algo pocha y el queso era excesivamente fuerte de sabor), arroz jugoso con almejas y encebollado de chipirones (lastima que el arroz se les quedara demasiado entero), presa de cerdo Ibérico asada al estilo tradicional con hierbas de campo (el mejor plato, con mucho sabor y carne muy jugosa).
De postre fueron, canutillos crujientes con crema templada (verdaderamente buenos) y yogur helado con sorbete de frutos del bosque.

Para beber pedimos agua, cerveza artesanal de Euskadi Pagoa Orhi y Flor de la Sirpe, garnacha viñas viejas 05.
La carta de vinos sin ser nada del otro mundo esta bien y con unos precios razonables.

En fin, si no desagrada la decoracion se puede recomendar sin problemas.