Fuimos recomendados. La obligada carta y lista de precios, inexistente. Solo eso debería habernos disuadido. A estas alturas, esto no debía permitirse. Señor concejal de consumo de Tirgo: ejerza sus competencias, que para eso las tiene. El punto de asado del chorizo y las chuletillas, excelente; el local muy bonito, y el hojaldre de postre bastante bien. Y ahí termina todo lo bueno. Los asientos, unos bancos muy incómodos. La calidad del chorizo, ínfima, con "cosas" dentro que preferimos no investigar. Las chuletas de cordero escasas y caras (a 3€ la chuletilla) y por vez primera en muchísimos años encontré en una de ellas ese desagradable y característico sabor a sebo y hormonas del cordero pascual. Los pimientos asados eran de buena calidad, pero lo de asados... es más que cuestionable. Y lo peor de todo, dos de los tres comensales se pusieron enfermos de disentería, incluso uno de ellos con fiebre. Lo más asombroso es que estaba lleno. ¿En el país donde se hace la mejor cocina del mundo no sabemos comer? Un sitio para olvidar.

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