Mucho cariño, mucha máquina, poco sabor

Llegamos a comer a las tres y media pasadas, y pese a que estábamos un poco apurados por el tiempo, nos ofrecieron la posibilidad de tomar cualquiera de los dos menús degustación, uno corto, y otro más largo. Al final nos decantamos por este último.
La oferta consta de cuatro apartados: snacks, tapas, platos y postres. En total catorce platos bien presentados y cuidados, que paso a comentar más pormenorizadamente:
Teja de pipas y pan de aceitunas negras. Muy buena como en general todo el pan.
Corte de queso y miel. Bueno.
Croquetas. Cremosas y con sabor. Muy conseguidas.
Tagliatele de remolacha con mejillones de roca y sopa de cacahuetes. Plato visualmente bonito que a mí me gustó más que a mi mujer.
Carpaccio de gamba roja con tartar de tomate y ajoblanco. De lo mejor de la comida.
Polvo helado de hierba fresca con dados de queso y leche de oveja. Raro, raro, demasiado frío y sin mucho sabor.
Bajo un manto de hojas secas. Ni fu ni fa.
Sopa de boletus y castañas con oreja y yema de huevo. Otro de los puntos fuertes de la propuesta. Sabroso y reconfortante.
Chipirón con su bombón líquido de tinta. Muy bueno y original.
Merluza sobre pimientos y sopa de arroz. Materia prima de excelente calidad y conseguida elaboración.
Presa de cerdo ibérico con jengibre y yuca. Le faltaba sabor. Un plato sin mucha gracia.
Mojito con plátano y menta. Bueno y refrescante.
Nueces frescas con helado de queso y juliana de melocotón. Sabor y combinación diferente. Me gustó.
Petit Fours, consistentes en gominolas y tejas. Bien.
Decoración minimalista, nórdica, en tonos blancos y muy luminosa. Mantelería, vajilla y cubertería de muy buena calidad. Mención especial merece la cristalería. A nosotros nos pusieron unas gigantescas copas Spiegelau.
La carta de vinos, sin ser enciclopédica, ha sido bien escogida y no está demasiado hinchada. Hay un poco de todo: Agrapart, Doquet, Lassaigne, Clouet, Selosse, Joly, Matrot, Dr Loosen, blancos españoles de casi todas las D.O., Riojas tintos antiguos y modernos, una buena colección de Vega Sicilia y Valbuena, Lafarge, Pierre Damoy...
En definitiva, una buena parada en el camino, una comida cuidada, agradable, muy elaborada y visualmente original. Sin embargo, ningún sabor que me sorprendiera y que vaya a recordar dentro de un mes. Yo dejaría de usar alguna máquina e intercalaría algún plato más sencillo, donde destacase el sabor de una buena materia prima. Me consta que en el primigenio Echaurren es así. Tal vez por alejarse demasiado, se han olvidado del sabor.

  1. #1

    Craticuli

    Lo que esta claro es que si falla el sabor todo falla, lo ornamental siempre debe estar en segundo plano.

  2. #2

    Gondorff

    en respuesta a Craticuli
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    Y tanto, es una pena. A veces se lían a comprar máquinas y tratan de usarlas todas en un mismo plato. Al final tienes espumas, esferificaciones, colores preciosos... pero cuando lo pruebas, nada de nada.

  3. #3

    Craticuli

    en respuesta a Gondorff
    Ver mensaje de Gondorff

    Si, muchas veces con técnica se intentan suplir carencias de cocina, y claro, la mayoría de las veces no se consigue, a mi también me ha pasado alguna vez.
    Saludos.

  4. #4

    Gondorff

    en respuesta a Craticuli
    Ver mensaje de Craticuli

    Estoy totalmente de acuerdo, a mi también me ha pasado, y eso que en el caso de este restaurante no es del todo así, porque tiene un hermano de cocina tradicional, el primer Echaurren, donde los sabores y las recetas son de verdad.
    Recibe un cordial saludo.

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