Parece que casi todos nos ponemos de acuerdo en que lo realmente sobresaliente de este restaurante es el propio restaurante. Y eso tiene cosas buenas y otras no tanto. Desde luego que el marco por fuera y por dentro es deslumbrante o al menos para mí lo es, me fascina. Otro punto a destacar, el servicio, excelente, clásico , pero adaptado, con preponderancia de las formas, respeto, sin agobiar, serio, meticulosos, me gustó mucho. Por cierto, estuvimos en la mesa Ghery, sensacional, para 4 , merece la pena. El servicio del vino también, sobresale, elegante, protocolario y disfrutable. Y ahora llega lo tan bueno y para la mayoría lo más importante. La carta de vinos ofrece todos los Riscales , a precios elevados, pero bueno.. ya que estás...soportables. Y luego pasa a Riojas, otras D.O. otras cosas....y los precios suben y suben y suben..Respetable, no sé a que público va orientado, pero desde luego a un público como nosotros , no,nos limita el disfrute. Y luego viene, lo más importante: la comida. Aquí , se observa mejora respecto a los inicios, un menú el Torrea de 80 euros, más fino y equilibrado, con gusto, incluso sutil.. y no se me ocurre nada bueno más. Nada d e creatividad, nada de cantidad( si es que alguién la busca), platos ya conocidos, bien hechos, pero nada nuevo, estereotipado a este nivel. Lo mejor los minúsculos snack del inicio y el carpaccio de gambas sobre ajo blanco, que creo es una variante de algo muy parecido que ya se ofrecía hace años aquí. En fin , en mi opinión , cosas buenas y no tan buenas