Muy buena cocina pero un tanto inconexa

El gran hotel Sol y Mar se inauguró en Calpe en el año 2007. Supuso un ejemplo más de la modernidad y el afán por la exclusividad y el lujo que impregnaban la sociedad valenciana de aquel entonces, erigiéndose además en el nuevo estandarte hostelero de la ciudad del peñón. Situado en primera línea del mar, con nueve plantas y 327 habitaciones quiso albergar en sus entrañas desde el primer momento un restaurante de cocina de autor que contribuyese aún más a consolidar su liderazgo dentro del competitivo mercado hostelero de la ciudad.

El restaurante del hotel, el Abiss apostó desde su apertura por la alta cocina y, desde entonces, ha luchado por ganarse un hueco entre las mejores mesas de la Marina Alta. Tuve ocasión de visitarlo una única vez y, de ello, ya hace mucho tiempo, Corría el año 2011 y, en aquel entonces, las impresiones fueron contradictorias: la comida la recuerdo como bastante buena pero el ambiente me resultó demasiado pretencioso y poco acorde a mi manera de ser. No sabría encontrar la causa exacta del no haber vuelto. Quizás es que, a lo largo de estos años, nada me ha llamado especialmente la atención de él: seguía pesando aquella experiencia agridulce, la falta de visibilidad del restaurante, el no tener referencias de él de personas del mundillo gastronómico en el que me muevo… Todo influye.

Hace unas semanas, ojeando las redes sociales, pude leer la valoración de uno de los críticos gastronómicos más conocidos y reconocidos de la Comunitat Valenciana. En ella, hablaba sobre la renovación en la jefatura de cocina y dejaba constancia de la calidad de su experiencia sentado a la mesa del Abiss. Fue el estímulo que necesitaba para volver y, muy poco tiempo después, me encontraba sentado en una de sus mesas un viernes por la noche.

Se accede al restaurante directamente desde la calle por una puerta totalmente independiente a la del hotel y no existe comunicación para los clientes entre las dependencias de uno y otro. En primer lugar encontramos una zona muy luminosa con mesas altas y unos expositores con botellas de vino muy llamativos. Es la zona que denominan Abiss gastro barra y en la que se puede comer a unos precios más bajos que en el restaurante gastronómico (sin ser baratos). A lo largo de esa noche, no vimos a nadie cenar en esta zona.

Sin embargo el salón principal sí presentaba un lleno por completo a nuestra llegada. Sin ninguna duda, dicha sala está concebida para su mayor disfrute en horario diurno. Gran parte del perímetro del salón lo ocupa una inmensa cristalera que, durante el día, debe regalar al comensal unas vistas increíbles sobre el mar Mediterráneo. Me atrevo a pronosticar que, desde alguna de sus mesas, se vislumbrará con claridad la imponente mole calcárea del peñón d’Ifach. Nuestra mesa estaba situada lejos de ese enorme mirador de cristal por lo que no pudimos disfrutar ni tan sólo de las vistas nocturnas al paseo marítimo. Elegancia es la palabra que mejor definiría el estilo del sitio. Mesas vestidas como antaño, separación abismal entre unas y otras, comodísimas butacas, tonalidades claras, uso de la madera, lámparas de diseño, luz más tenue que en la gastro barra… una maravilla del interiorismo que invita a la relajación y al disfrute.

A los mandos de la cocina del Abiss se encuentra ahora Lenin Busquet. Su nombre me resultó totalmente desconocido de primeras, he de confesarlo, pero, al informarme antes de rendir mi visita, leo que ha sido la mano derecha del prestigioso cocinero Óscar Calleja y que le acompañó en la consecución de dos estrellas en el restaurante Annua en San Vicente de la Barquera y, posteriormente, en la primera estrella en el restaurante  Ment de Salamanca. Él y su equipo han diseñado dos menús distintos como únicas opciones a elegir cuando uno se sienta en la mesa del salón principal. Existe la opción de pedir “a la carta” pero me pareció entender que ésta sólo se ofrece en la parte de la gastro barra que justamente hoy no es quien nos ocupa. El menú degustación (60,00 €) incluye tres aperitivos, dos entrantes, un pescado, una carne y dos postres. Por su parte, el menú Experience (75,00 € y que a la par fue el que nos pedimos) se compone de cuatro aperitivos, tres entrantes, pescado, carne y tres postres.

- Los aperitivos fueron: Ostra shiso verde y BBQ; Mousse de butifarra, yema de codorniz y su crujiente; Anchoa 00 merengue y macadamia; Falsa lasaña de chistorra y dátil: Todos ellos, los cuatro, nos parecieron una excelente carta de presentación del restaurante y nos predispusieron para una gran velada. Tres rasgos comunes en todos ellos: el dominio más que certero de las técnicas de cocina contemporáneas, una excelente puesta en escena y, lo que es más importante, una concentración sápida considerable y placentera en cada uno de estos mini bocados.

- Gamba roja en ajo blanco y caviar cítrico: Producto de calidad (la gamba no era XL, pero tenía un buen tamaño) y excelente ejecución, sin pero alguno. Sin embargo, sin tener porqué ser exactamente igual a éste, a uno de la sensación de que es algo ya probado anteriormente, como aquello que se dice de estar ya un poco visto a ojos de aquellos comensales con cierto bagaje gastronómico. Faltó la chispa, la sorpresa.

- Sopa de maíz y foie; Elote y mayonesa de chipotle; Mezcal artesanal: Hablaba con anterioridad de la gran amistad y trayectoria profesional que unen a Lenin y Óscar Calleja. De muchos es conocida la gran influencia que ejerce la cocina mexicana en el famoso chef y, fruto de esa simbiosi entre ambos, también Busquet hace uso de la despensa y el recetario de aquel país. Pequeña trilogía que homenajea a tres de los productos señeros de la gastronomía mexicana: el maíz, el chile y el mezcal. La sopa realmente rica, pero un tanto descontextualizada dentro de este menú.

- Guiso de lubina, chipotle y tapioca ahumada; Chicharrón de su ventresca y caviar: El guiso se asemeja en cierto modo al tradicional suquet  pero con la presencia del cereal que no se conjuga en la receta original. El chicharrón se presenta aparte y gusta más la textura del mismo que el propio sabor.

- Rodaballo, hierbas y su pilpil; Alga codium en tempura: Excelente el pase del pescado con una materia prima de calidad., unos buenos acompañantes y con la textura innovadora del alga rebozada que resulta crujiente y con toques dulzones. De lo mejor de la velada juntamente a los aperitivos.

- Solomillo, berenjena y piñones: Muy buena selección del producto y impecable el punto de cocción del mismo. Sin embargo, el conjunto en sí resulta un tanto simple.

- Nata, hibiscus y frutos rojos: Pase con la clara intención de ejercer como nexo y a su vez de intermedio entre la parte salada del menú y los postres más golosos de éste: refresca la boca, limpia el paladar y lo deja listo para los últimos asaltos.

- Yogurt, chocolate y azahar: Además de lucir con brillo por la presentación, gusta mucho la combinación de sabores que aporta cada uno de los componentes del plato. En la misma línea de ligereza y sutileza que su predecesor. Bien.

- Arándanos y chicle: Tal vez estemos ante el pase más “vanguardista” de todo el menú tanto en su estética y presentación como en el contraste de sabores y matices que vamos descubriendo: ácidos, agrios, dulzones… Muy divertidas las reminiscencias que nos llegan al paladar de aquellos chicles que masticábamos en tiempos pasados.

La carta de vinos es interesante en cuanto a número de referencias como en la calidad de las mismas. Teníamos ganas de acompañar la cena con Belondrade y Lurton, un vino que hace tiempo que no tomábamos. Como no les quedaba, pedimos un Attis Ambaixador 2018 que estuvo muy rico. El trato al mismo fue el que se merece: buenas copas, cata inicial, mantenimiento en frío y rellenado constante de las copas. Con los postres tomamos unas copas de Tokaji 5 puttonyos cuya referencia no recuerdo.

La conclusión final es que en Abiss se come muy bien y que se nota la mano de un cocinero ya curtido y con la experiencia necesaria para comandar un proyecto sólido. Sin embargo, no llego a percibir un discurso o línea conductora dentro del menú. ¿Se trata de cocina mediterránea? Sin duda, pero que se combina sin demasiado criterio con platos de influencia mexicana muy marcada. No se trata de fusión, sino de alternancia entre una y otra corriente y eso, particularmente, me chirría un tanto. Las cocinas de Abiss están a escasos cien metros del mar Mediterráneo, Calpe emana olores marinos por los cuatro costados y goza de una agricultura de proximidad muy interesante. No quiero decir con ello que todos los restaurantes de alta cocina de nuestra Comunitat hayan de apostar únicamente por la influencia mediterránea, pero hay que redondear ese menú y no dar la sensación que se dan una especie de bandazos de un continente a otro. Si se pule eso, creo que el caché del restaurante puede situarse mucho más arriba y tal vez conseguir esos reconocimientos tan anhelados que toda casa de comidas gusta tener.

  1. #1

    Abreunvinito

    Buen disfrute y muy buenas reflexiones. Como siempre.
    Saludos

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