Descubrí este sitio por casualidad y sin reserva (cuando aún era posible

Descubrí este sitio por casualidad y sin reserva (cuando aún era posible cenar aquí sin reserva) y desde entonces está entre mis favoritos.
El local (reformado recientemente) es bastante pequeño (unas 8 mesas) e íntimo: con luz tenue, vela en la mesa, tranquilo, etc. (ideal para cena romántica).
El servicio lo conforma únicamente la dueña del restaurante que ofrece un trato más próximo de lo habitual y agradable. En cuanto al vino, cabe destacar las referencias francesas.
En lo referido a la carta, se trata de un menú cerrado a elegir un primero, un segundo y un postre por unos 30€ (algunos platos tienen recargo). De los primeros recomiendo sin duda los huevos cocotte (huevo poche gratinado con una salsa de ceps), para mí, increíbles. Entre los segundos destaco el confit de pato, el filete sarladais (filete con foie) o el magret. De postre, como no, tarta tatin.
En total, contando IVA y vino, el precio ronda los 35-40€ muy bien pagados.

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