Una vuelta de turca con calidad a lo tradicional

Yo no busqué este restaurante, unos amigos me llevaron a él. El entorno es generoso con el espacio. Un gran salón que está rodeado por todas partes de cristaleras. La luz natural es el primer ingrediente. Las vistas, del puerto, amplían el horizonte. La distancia entre mesas suficiente para asegurar la comodidad, raro por estas lides. El servicio, eficiente y "de proximidad" se volcó con nosotros.
Por la mesa desfilaron unas almejas al ajillo y piñones de las que abren apetito con vinos blancos fríos; unos gambones rojos a la plancha muy tiernos y en su excelente punto de cocina; un arroz caldero rico de sabores y matices; una paella de pesacado, algo más que decente.
Para finalizar unos postres, de base tradicional, pero con una personalísima y cuidada interpretación del cocinero: tarta de galleta de chocolate, natillas estrelladas y tarta de queso. Todos ellos recomendables.
Para finalizar, no dudé en tomarme un café asiático. Un café-bombón exótico, intenso y dulce que es toda una expecialidad local.

En definitiva un restaurante que da una vuelta de tuerca a la restauración tradicional pero apostando por la calidad y por la adaptación a los gustos del cliente. La creatividad está contenida porque lo importante es evitar la impostura. Y este restaurante no es un impostor. Quizá hay platos tradicionales que no son lo mismo que si se elaborasen tradicionalmente -como no!- pero si lo que te ofrecen es calidad, poco importan la fidelidad al original.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar