Pues de los 3 que había en la urbanización fue el que menos me gustó aunque sí he de decir que las vistas desde el restaurante son francamente impresionantes, está acristalado de suelo a techo en dos de las cuatro caras de la sala.

El servicio bien, excepto cuando te atiende la dueña que es bastante más seca.

De los platos el que recuerdo con más gratitud fueron unas chuletillas de chivo lechal y el picadillo extremeño.

El servicio del vino inexistente, de todos el peor, no lo tenían ni atemperado, además creo que solo tenían 4 referencias de vino y te las cantaban, no estaban escritas.