Restaurante con zona de interior que ahora en verano no está habilitada y zona de exterior en un jardín muy bien acondicionado, con velas por la noche y una iluminación francamente romántica.

La comida es, o al menos lo intenta, vanguardista, recetas modernas pero que les falta el toque de estar realizadas con buen producto y algo más de técnica, de los platos que probamos el mejor fue el crujiente de salmón.

Los vinos y su servicio pues muy elemental, tenían carta de vinos (iba incluída en la de platos) pero la variedad escasa, al igual que la calidad de los mismos, las copas idem.

El personal atento.