Marisquería con muy buena fama en el barrio.
Como puede observarse en las fotos, la decoración se compone de unas redes por toda la pared con unos cuantos detalles marineros. Mobiliario, vajilla, cubiertos y cristalería baratos. Las mesas están cubiertas con manteles de papel blanco con unos mantelitos individuales, también de papel, de color rojizo (la escasa iluminación no permite afinar más). Hemos pedido que nos cambien las copas para el vino... y nos han puesto unas con propaganda de una bodega. Recuerda a una tasca de barrio... de las de antes.
Como no hay carta, excepto la de los helados de una marca muy conocida y que se puede encontrar en cualquier supermercado, el camarero (muy atento, especialmente porque sólo éramos dos mesas) nos ha cantado la carta de platos y vinos... sin precios. Los platos, como en cualquier marisquería. Los vinos son básicamente albariños y alguno catalán de los sencillitos. También un godello que no conozco.
Hemos comido:
Cañaíllas y mejillones al vapor: ambos deliciosos.
Navajas: bastante duras y gomosas.
Calamarcitos: bastante buenos.
Pulpo a la gallega: algo duro.
Gambas a la plancha: con el punto justo de plancha, pero algo faltas de sabor.
Calamares a la romana con patatas fritas... para mi hijo. Me ha hecho feliz...¡¡¡hoy no ha probado el ketchup!!!
Un helado para cada uno.
Hemos bebido una botella de Viña Esmeralda (sigh!), servida con su cubitera, y 4 ó 5 botellas de agua. Hay 2 vinos dulces: Meus Amores tostado y algo parecido a un moscatel de Montilla-Moriles que no había probado antes. Me he lanzado y he pedido una copa... falta de temperatura, olor y sabor.
No es mala opción si vives o estás por la zona.