A priori, uno de los mejores restaurantes chinos de Barcelona, pero la higiene del local y lo perezosos que se han vuelto a la hora de preparar los platos hace que la calidad general haya decaído mucho. Pedimos kuo-tie (empanadillas chinas), pato asado, jiang-ling frito (un rollo frito de carne, típico de las celebraciones chinas) y verduras chinas salteadas. Las empanadillas eran mucho más pequeñas que de costumbre y con muchos más vegetales que de costumbre y el pato más que horneado, estaba "microondeado", pues la piel estaba reblandecida y no crujiente, como debe estar en un buen pato asado.

Dejamos apartado el plato en el extremo de la mesa y nos quejamos de lo mal que estaba. A la hora de pagar nos querían cobrar el plato, cosa a la que me negué y refunfuñando aceptaron que sí lo habían calentado en el microondas, "pero que estaba muy bueno".

Es triste comprobar como en Barcelona no hay apenas buenos restaurantes de la mejor cocina del mundo.