De pincho a menú y tiro porque me toca.

Contigo empezó todo. Repito cerveza con el consiguiente pincho gratuito, solo que esta vez dispongo de tiempo como para quedarme a comer.

Lo hago dentro, interactuando con su parlanchina y agradable camarera. Me gusta su interior de taberna cuidada. De los pocos bancos corridos que no me resulta incómodo pese a no tener ni un sólo cojín, tabla pura y dura.

Algunos motivos taurinos en la decoración, como fotos y una cabeza de toro disecada que pueden responder más a una afición que a un estilo concreto de negocio.

Tras el tentempié y sin más dilación, me acomodan ya en una mesa vestida para afrontar el menú que tienen por 12 €. en el que no entra la bebida ni el café.

Cuando mi "amiga" lo canta con su deje del este de Europa, me detengo en unos chipirones a la plancha y en el rabo de toro que se anuncia como especialidad en la pizarra junto a otros.

Raciones generosas que se sirven junto a media barra de pan de a cuarto.
Cinco chipirones en su punto, con extremos tostaditos y buen aliño. Y un par de buenos trozos de rabo de toro estofado gustoso con su zanahoria y abundantes patatas fritas caseras. De postre, dos gruesas rodajas de piña natural que ya no pude acabar, y es que no hay que olvidar la ensaladilla rusa del principio.

Dos copas de vino, una para cada plato. Concertum 2013 de Rias Baixas y Marqués de Burgos Roble 2011 de la Ribera del Duero. Servidos con buen llenado en unas copas de correcta forma aunque de cristal algo grueso.

Me despedí con un café sólo y con el agradecimiento del dueño y de la susodicha camarera. Supongo que el que le digan a uno que se ha vuelto por su forma de proceder debe halagarle y reforzarle bastante en su idea.