Menos fondo de lo esperado

Tras una visita a Bodegas Hispano Suizas buscamos un lugar donde comer por la zona algo de cocina más de fondo que de forma.
Lugar muy de bar/restaurante de ámbito rural desde la entrada hasta las mesas, poco insonorizado y gente bulliciosa con largas mesas (la época acompaña) y todo lleno.

Carta amplia en comidas, en vinos mucho de local (como toca) y marcas poco conocidas. Poco consejo para elegir.
Como el menú degustación (22€) parece muy obligatorio para debutar en tierra desconocida, los seis apostamos por él y con un complemento de una ración más que amplia de morro (aconsejable) visto al pasar por la barra camino de la mesa, que costó de convencer que lo trajera porque nos iba a sobrar. Por supuesto se equivocó y añadimos una tapa de cortezas que luego resultaron muy sebosas.

Vayamos a los entrantes. Al centro y a repartir fueron:
. gamba rebozada casera. La clásica gamba con gabardina. Bien hecha, poco aceitosa y rebozado correcto.
. chipirones a la plancha, con su tinta y algo de aceite. calidad del producto más bien básica. Acompaña una mahonesa industrial.
. crujiente de gamba con patata y compota de fresa. Servida la compota en pequeño cuenco y sobre ella la gamba. Correcto pero era la segunda gamba rebozada.
. huevos rotos con gulas y crujiente de jamón. Llevaba además una importante base de patata cocida. Buen conjunto aunque de elementos amontonados unos sobre otros, pero bien resuelto al entremezclarlos todos.
. montaditos de solomillo con foie. Lo mejor. Sobre un pan algo tostado, una ración de solomillo de cerdo bien de punto y que daba calor a un foie en suficiente ración.

Como plato central había alubias con perdiz o plato del día. la dificultad de compartir alubias nos llevó a elegir morteruelo y ajo arriero, servidos en cazuela y éste último con la decoración de una rebanada de pan tostado para repartir entre los seis; menos mal que luego vino el morteruelo y llevaba más pan tostado. Ambos productos bien hechos, textura fina, buen sabor. La comida en general se acompaña con un pan básico, sin más atractivo, cortado y puesto en cesta comunitaria.

De principal, al centro: opción para secreto ibérico que desdeñamos y nos quedamos con carrilleras de cerdo con ciruelas al vino tinto. Poco tiempo de cocción, falto de integrarse en la salsa.

Para postre: centro de postres caseros, sin elegir. Fueron dos platos que contenían diferentes postres, todo ellos en amplia ración unitaria y con clara presencia casera. Los helados (turrón y frambuesa) iban en una especia de bañerita de casa de muñecas; había un milhojas con chocolate, un tiramisú, manzana hojaldrada, crep con nata

Cafés incluidos y un vino levemente dulce: el Novio Perfecto 2013 muy curioso, pero que no enamoró como buen novio.

La parte de la bebida no va incluida en el precio del menú y fue:
. blanco Innato del propio Fuenterrobles, poco interesante y sobre todo servido a alta temperatura que hubo que esperar para tomar en mínimas condiciones
. tinto Olivastro 2009 Vino de autor y aunque se aconseja decantar, no se nos ofreció (en otra mesa se decantaron vinos que no lo precisaban). Un buen bobal.
. agua MontePinos, un par de botellas grande, de plástico. hay que ver como chirria una botella de agua grande, de plástico junto a un montadito de solomillo con foie.

En resumen, buscábamos un comida de fondo, muy del ambiente de carne, embutidos, etc.. y nos encontramos con una cocina que salía de ese producto en dirección a algo más ¿creativo? ¿universal? pero arrastrando temas como gajos de limones como elemento decorativo de platos (gambas, chipirones), no llegando tampoco al otro punto del camino como el crujiente de gamba con compota de fresa servido como una témpura.
Creo que hubiera dado mejor resultado ir a los platos clásicos de cuchara, carnes (chuletas cordero..). No es que el producto no fuera bueno, es que parece que no hubo filing.
El precio para todo lo comido y bebido estuvo bien.