Escogido por los comentarios recibidos aquí, puesto que no llevábamos guía gastronómica de Roma (tan sólo de viajes). Nada más entrar: comidas de trabajo, sólo se escucha italiano y la sensación de que no estamos en uno de esos restaurantes de menú "Turístico" (?). Buena atención, mesas decentes y copas malas que no enturbiaron una excelente comida. Servicio del vino correcto sin más, buen servicio de pan.
Lo mejor, la comida, aunque la carta pueda pecar de algo corta y ojo, algo raro, no hay pescado: pasta rellena de calabaza (zuca), impresionante; unos simples tagliatele frescos con prosciuto, soberbios. Carpaccios generosos y perdurable "Insalata di Manzo", rúcola, tomate y buey hervido; setas bien tratadas (Funghi porcini asados o en tarrina con taleggio -los dos únicos platos que nos parecieron caros-). Los postres son un punto y aparte: caseros y varían de día a día. Descomunal tiramisú con limón y frutas que al día siguiente pasó a ser tiramisú clásico (el mejor que tomamos en Roma) o torta de frutas (la mejor que he probado); pastel de chocolate en su punto de esponjosidad, intensidad, cremosidad.

En definitiva, nos encontramos ante una casa de comidas (un poco al estilo de Los Madriles en València), bien llevada, con una comida estupenda y una rcp atractiva (los 50 es porque pedimos 4 postres para 3, bastante bebida, etc..., se puede comer por menos). Si mejorasen el servicio del vino sería ya fenomenal.

Elegido por los comentarios en el foro, tener un tenedor en la guía Michelin y su cercanía a la estación de metro Barberini. Acogedor local para disfrutar de una sabrosa cocina casera, alejado de los circuitos más turísticos. Carta de vinos aceptable. Buena relación calidad-precio. Para repetir.

Siguiendo consejos del foro visitamos este pequeño restaurante situado muy cerca de la Plaza Barberini (donde hay parada de metro). Ambiente nada turístico, en un "callejón". En él se sirve cocina "emiliana" tradicional, casera, atractiva, con entrantes basados sobre todos en los embutidos, platos de carne típicos de la zona, algunas pastas muy interesantes y magníficos postres caseros. Servicio del vino correcto con una copas decentes y una carta algo limitada. Muy buena RCP.

Animado por los consejos del 'Foro Técnico', acudimos a cenar a este extraordinario restaurante de comida "emiliana", como se encarga de repetir hasta la saciedad el dueño del local que no tiene reparo en ensalzar a cada instante las virtudes de la cocina de su tierra.
Tuvimos que reservar con antelación pues pese a ser miércoles por la noche había cola para entrar.
Quesos extraordinarios, ravioli de zuccha y un magnífico rollo de cordero deshuesado tiernísimo, con puré de patata y queso. Absolutamente delicioso.
Se nos aconsejó que tomáramos, -como no-, un vino emiliano, un Arcolano Leoní Conti 2003.
Se trata de un vino tinto denso, pasificado, de alta graduación pero que marido a la perfección con la comida, pero servido en vasos; la verdad es que no vi ninguna mesa con copas.
Lo único que no era de la Reggio-Emilia, fue el postre pero estaba delicioso; una tarta caliente rellena de chocolate, caramelo y nueces.
Para finalizar solicitamos dos licores "emilianos".
No pilló la ironía, y nos recomendó dos grapas.
RCP muy buena.
Si se está en Roma, hay que ir.