Este restaurante se ha convertido en mi opinión en la mejor opción para comer sushi.
¿Los motivos?
1º- El ambiente sereno, tranquilo, sin estridencias, ruidos o hilo musical machacón, huyendo de estilos cool-fusión-pop
2º- El personal, muy amable y servicial, dispuesto a responder cualquier duda y que no pone ningún inconveniente a cualquier petición o modificación que quieras.
3º- Excelente materia prima (a pesar de que aún no hemos podido probar su toro por falta de disponibilidad)
4º- Respeto a la tradición, porque aquí no veremos esos atentados que muchos restaurantes perpetran contra la cocina japonesa a base de empotrar el aguacate o el queso crema en cada referencia de la carta para contentar paladares occidentales poco abiertos, aún así, tienen algunos nigiris o makis de creación propia fantásticos. Especialmente bueno el trato que le dispensan a la anguila y al pez mantequilla, así como el punto justo de cocción del arroz y no menos importante saber presentar la comida con la temperatura necesária.
Mi sugerencia para hacer mas especial la experiencia es que disfruteis de una cena un domingo que suele ser una noche tranquila en el restaurante y en el barrio, broche estupendo para un fin de semana.
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